
En un giro inesperado del destino, un simple guiño de Lionel Messi durante un amistoso en Australia fue suficiente para alterar la carrera de Paulinho. En ese momento, Paulinho jugaba en la Liga China y la posibilidad de unirse al prestigioso Barcelona parecía lejana. Sin embargo, el encuentro con Messi y su pregunta directa, “¿Vamos a Barcelona o no?”, plantó la semilla de lo que sería una de las transferencias más sorprendentes de la temporada.
La incertidumbre siguió al partido, con Paulinho debatiendo si la oferta era real o simplemente una broma de Messi para desconcentrarlo. La ansiedad de Paulinho era palpable, hasta el punto de considerar contactar a Neymar para verificar la autenticidad de la propuesta. Finalmente, la confirmación llegó a través de su agente: el trato estaba hecho, y Paulinho estaba en camino de firmar con el Barcelona, convirtiendo una broma en una realidad espectacular.
Esta anécdota no solo destaca la naturaleza impredecible del fútbol, sino también el poder de las conexiones personales en el deporte. La historia de Paulinho es un testimonio de la influencia que pueden tener los jugadores de élite como Messi en el destino de sus colegas, y cómo un momento aparentemente menor puede desencadenar un cambio significativo en la vida de un atleta.